Dos son los motivos que precipitaron al Gobierno a decidir el adelantamiento de las elecciones. Una política y otra económica. Y las dos tienen un vector común que apunta en el mismo sentido: cuanto más pase el tiempo, peor estarán las cifras. La recaudación de marzo muestra más signos de debilidad económica y las perspectivas a medida que avance el año no tienen visos de mejorar. Y las encuestas que hoy lo muestran todavía con chances al oficialismo en la clave provincia de Buenos Aires, tampoco agregarían puntos en los meses por venir.
No hay fecha cierta para la crisis que viene de afuera. Los reclamos del campo volvieron a las rutas y los de la sociedad por la inseguridad, a las calles. En Catamarca el oficialismo perdió por más de 10 puntos en los comicios locales. Y los próximos meses serán escasos de pesos y de dólares.
Con este escenario proyectado, y con los antecedentes de los adelantamientos ya dispuestos por Macri en Capital y Binner en Santa Fe a Kirchner se le simplificó la decisión. El objetivo, más allá de los argumentos de la Presidente, es uno: si hay que perder, cuanto antes se hagan las elecciones, la derrota será menos gravosa. Seguir hasta octubre hubiera revelado no solo rasgos de suicidio político, sino también una tendencia masoquista.
Los cálculos previos hablaban de que en el mejor de los casos el oficialismo perdería 7 diputados en la provincia de Buenos Aires. Pero con una economía que aún no mostró la cara más fea de la recesión, el drenaje de legisladores podría ser más serio. Y junto a la diáspora de senadores y diputados, seguir hasta octubre podría significar perder hasta el mismo poder de dar quórum en Diputados y la mayoría en el Senado (se renueva la mitad de la Cámara Baja y un tercio del Senado).
Ahora viene el tratamiento contra reloj del proyecto en el Congreso, porque para poder adelantar la elección hace falta que el Poder Legislativo apruebe la modificación propuesta al Código Electoral (las elecciones deben hacerse el último domingo de octubre). El oficialismo podría lograr la mayoría simple en ambas cámaras para aprobarlo. Pero no tiene la mayoría de dos tercios para lograr la aprobación sobre tablas, es decir, sin despacho de comisión y llegar a tener todo en regla para convocar a elecciones 90 días antes del 28 de junio.
Pero en la Argentina esto no debería ser un problema (¿los depósitos no eran intangibles?) Si no se llega a tiempo, quizás se incluya en el proyecto un artículo para que excepcionalmente no se cumpla el plazo de 90 días para la convocatoria a elecciones.
Para la economía, el adelantamiento no es malo. Todo lo contrario. Para invertir hace falta tener un horizonte despejado. Entonces, cuanto antes se defina el balance de fuerzas, mejor.
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