El dólar cedió terreno frente al euro en diciembre y algunos analistas y operadores creen ver en esta corrección el fin de la recuperación de la moneda estadounidense. Sin embargo, antes de llegar a una conclusión apresurada, hay que tener en cuenta que, con motivo del cierre del año se produjo una toma de ganancias en las posiciones en dólares de largo plazo y este factor pudo haber tenido mucho que ver con la suba del euro. Asimismo, pese al impacto negativo que algunos creen debería tener en la cotización del dólar la fuerte emisión de moneda que sucedió en EE.UU. este año, hay quienes sostienen que la tendencia de mediano plazo sigue siendo de apreciación del billete verde frente al euro.
El principal argumento que ponen sobre la mesa para fundamentar este pronóstico es que la divisa norteamericana sigue teniendo demanda, aún con tasa cero, por su status de moneda de reserva internacional. Esta y otras razones, como el proceso de desapalancamiento, la alta aversión al riesgo y los elevados diferenciales de crecimiento hacen prever que el dólar podría volver a un nivel de 1,20 frente a la moneda europea, que es lo que indica la productividad de la economía y los costos laborales en EE.UU.
Otro argumento a tener en cuenta para pronosticar un dólar saludable, es que existe una demanda asegurada tanto de parte de gobiernos como de bancos y de empresas, que necesitarán dólares para hacer frente a los pagos de la deuda que emitieron en esta divisa.
Además, el temor por los efectos de la recesión mundial, que se extendería todo o gran parte del 2009, llevan a pensar que el proceso del “fly to quality” podría dar paso a otro de “fly to safety”, es decir, que más que calidad, lo que se privilegiará en los próximos meses es la seguridad y no tanto la calidad. Y, en este terreno, los papeles en dólares, como los bonos del Tesoro norteamericano, parecen mejor considerados que los bonos soberanos europeos, porque el mercado está más fragmentado en Europa y está más expuesto a los avatares de los países emergentes del viejo mundo.
Se cree además que los reflejos en las reacciones de las autoridades estadounidenses serán más rápidos que los europeos y hay una gran expectativa relacionada con el cambio de gobierno que se producirá este mes de enero en Washington, con lo cual EE.UU. podría salir de la recesión antes que los países de la zona Euro.
Todos estos factores juegan a favor del dólar en el mediano plazo. Pero hay que estar atentos a la dinámica de los acontecimientos, porque si los inversores vuelven a mostrarse dispuestos a abandonar la seguridad y a tomar mayores riesgos, es altamente probable que vuelvan a primar otros elementos que hasta ahora han sido dejados de lado. Esto quiere decir que si vuelven a escena los temores relacionados con el fuerte aumento del déficit fiscal de EE.UU. y los potenciales efectos inflacionarios de los trillones de dólares emitidos en los planes de asistencia y rescate, entonces habrá que barajar y dar de nuevo.
Pero eso es probable que ocurra en el largo plazo. Y como decía Keynes, en el largo plazo estaremos todos muertos.
Alejandro Colle – Periodista y Economista
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