jueves, 27 de mayo de 2010

Tratando de capitalizar el éxito del Bicentenario


No sé si tres, pero más de un millón de personas seguro concurrió a los festejos del Bicentenario en la avenida 9 de Julio. Todas juntas. Un número importante, capaz de encender los ojos de cualquier político y embriagar su visión. El primer error que cometen es interpretar subjetivamente que es una manifestación de apoyo a ellos, cuando en realidad se trata de una concurrencia espontánea a un espectáculo donde el denominador común fue la concordia y la paz. Algo totalmente opuesto a la división entre los argentinos y la crispación en el modo que se promueve desde el poder en los últimos años.
El colmo de esa ensoñación es creer que se puede usar ese hecho como un trampolín para relanzar la candidatura de Néstor Kirchner para la presidencia en 2011. Porque se está omitiendo parte de la película. Los mandatarios que se fueron poco antes de la medianoche, cansados de esperar a Cristina para la comida (se había ido a cambiar a Olivos), no pensarán lo mismo. Tampoco Pepe Mujica, afectado en su salud luego de haber habilitado a Kirchner para la Unasur, sin la reciprocidad acordada de levantar el corte al puente Fray Bentos Puerto Unzué. Tampoco Lula, que ante las trabas a las importaciones argentinas hizo saber que tomará represalias apretando un botón e impidiendo las compras en Brasil de productos argentinos. Ni hablar de los chinos, que ya no compran aceite de soja.
Difícil que los empresarios argentinos hayan cambiado de parecer, mientras siguen las presiones para que abandonen la AEA o les caiga un llamado de Guillermo Moreno (que es Kirchner) para sugerir cualquier barbaridad reñida con la lógica económica y financiera o un Moyano espiralizado pidiendo más de 30% en las paritarias.
Ni hablar de los financistas, quienes ven en el cielo la espada de un bono “voluntario” a cambio de su capacidad prestable ociosa, o de los encajes o de lo que la imaginación oficial provoque, para cubrir los agujeros de una caja cada vez más complicada. Para no hablar de los proyectos de reforma financiera o la mayor regulación que se impondrá a los mercados.
Mercados que en el mundo tampoco están jugando a favor. La baja de precios que causó la crisis en Europa ya complicó el canje de deuda y la posibilidad de obtener financiamiento, lo que hizo voltear los ojos nuevamente hacia las reservas internacionales y sacudir el piso debajo de los pies del ministro Amado Boudou. Los números de la economía ya no muestran tanto vigor como hace un par de meses.
Quizás ese sea un cambio cantado si el canje de deuda fracasa, como ya está sucediendo. La habilidad oficial tal vez pase por hacerlo en el marco de otros cambios y hacer creer que se trata de una oxigenación en el Gobierno.

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