Las medidas adoptadas durante el fin de semana para conjurar el impacto de la recalificación de la deuda americana fueron como un agua en el océano. El plan anunciado por el BCE para comprar bonos de España e Italia apenas sirvió para atenuar las caídas en Madrid y en Milan, pero no se pudo evitar un nuevo derrumbe en las acciones, desde Asia al resto de Europa y en Wall Street, cuyos futuros cayeron en la apertura de Frankfurt.
El temor por una nueva recesión ahora a nivel global por el menor crecimiento en EE.UU. y Europa, cuyos efectos se sentirían también en los países emergentes, golpeó en Tokio y en Shanghai con retrocesos de 2,2% y 3,8%, respectivamente. Atenas bajaba casi 5% mientras que Frankfurt y París perdían 2% en promedio.
Los inversores salían de los activos de riesgo y se refugiaban en el oro, que quebró la barrera de los 1.700 dólares al trepar 3,2% para cotizar en u$s 1.705 pot onza. Paradójicamente, los bonos del Tesoro norteamericano volvían a subir y el rendimiento implícito bajaba a 2,498% anual, mientras el dólar se recuperaba frente a un euro cada vez más cuestionado, a la figura de 1,42.
Sin embargo, los mercados parecen estar prestando atención ahora a otras monedas, además del yen y el franco suizo, como los dólares de Australia y Nueva Zelandia y la corona noruega, como refugio de valor.
Los grandes perjudicados son los commodities. El petróleo se desplomó 4% a u$s 83 por barril, mientras que las materias primas agrícolas cedían hasta 2,6% como en el caso del trigo en los futuros de Chicago y la soja cedía a 490 dólares por tonelada.
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