El contexto financiero mundial nuevamente enrarecido plantea dudas acerca de la intención del Gobierno para que la Argentina vuelva a colocar deuda en el mercado internacional. La caída de los mercados del viernes pasado también detuvo la mejora en los precios de los títulos públicos que habían subido alentados por el canje de deuda y, en consecuencia, conseguir que presten a tasas de un dígito, como pretende Néstor Kircnher, parece hoy menos probable.
Al anunciar los detalles del canje, el ministro Amado Boudou reveló que la intención oficial es terminar la operación de canje y recién en una segunda etapa intentar la emisión de un bono por u$s 1.000 millones en el mercado voluntario. La apuesta de Economía es conseguir una alta aceptación de la oferta, pero eso solo no alcanza: también necesita que no se compliquen los mercados con temas como Grecia o ahora Goldman Sachs.
Se sabe que aún bajando los bonos, el grado de adhesión al canje será alto, por la generosidad de la oferta. Quizás no será de 75%, pero hay un piso garantizado en 60%, que es la porción asegurada de los bancos organizadores.
El enrarecimiento del contexto internacional sería un obstáculo más para conseguir crédito, al que surge de las señales que provienen de la política, que no generan el mejor de los climas para hacer negocios, invertir o aumentar el empleo. Ni a tasas de un dígito, ni de dos.
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