miércoles, 8 de septiembre de 2010

Carpe diem, ¿después de mi, el diluvio?


La presidente del Banco Central Mercedes Marcó del Pont justificó ante la Comisión de Economía del Senado la decisión de ampliar en casi 50 mil millones de pesos la meta de expansión del programa monetario 2010, con el mismo argumento que utilizó en las jornadas monetarias y bancarias organizadas por el BCRA: como la economía crecerá este año, según los cálculos oficiales, 9,5% en vez de 2,5%, hace falta más dinero, y no emitir sería esterilizar el crecimiento.
Ese 2,5% era escaso. Y quizás el 9,5% sea exagerado. Pero los dos pronósticos tenían su razón de ser: el más chico, para subestimar el crecimiento en el Presupuesto para poder reasignar partidas; el más grande, para llenar ahora la necesidad de financiamiento del Tesoro Nacional.
Una duda que flota entre los economistas es si la demanda de dinero es tan robusta como para absorber esos 50 mil millones de pesos adicionales. Pongámoslo en perspectiva: según los datos del primer trimestre de 2010, el PBI argentino en moneda corriente era de 1,217 billones de pesos, y la cantidad de dinero medida por el agregado M2, representaba 14,6%: 177 mil millones de pesos. La expansión adicional aprobada significa ampliar M2 en 27,5%. Es como si se ampliara en 27,5% la cantidad de dinero de un saque.
La palabra inflación no figura en el diccionario oficial, pero no hace falta haber pasado por la facultad para darse cuenta que en un contexto de rigidez de oferta, aún si la demanda de dinero fuera mayor, el impacto en precios no será neutral.
Hasta los propios monetaristas de Chicago admitían que un poco de inflación es necesaria para mantener la actividad y el empleo. Pero no todo el tiempo ni a tasas crecientes, porque se termina ahogando el crecimiento que se buscaba promover. La reactivación actual no es genuina: está impulsada por el gasto público, aumentos salariales que no tienen que ver con la productividad y el consumo protectivo de los privados que se refugian en bienes en su huida de un peso que cada vez compra menos.
Cada punto de crecimiento motorizado de esta forma se traduce en 5 puntos de inflación anual. Un crecimiento de 5% era compatible con una inflación de 25%, como calculaban los economistas privados hasta hace un par de meses. Si se cumple el 9,5% que estima el Gobierno, habrá que prepararse para vivir con un índice de casi el doble. Quizás la verdad esté en un 7%, que de todos modos nos lleva a una riesgosa inflación de 35%, que tendrá consecuencias negativas en el crecimiento, recaudación y comercio exterior y aumentará las distorsiones en variables clave como salarios, tipo de cambio y tarifas.
Esto no es nuevo. En una secuencia adaptada, "el fin justifica los medios", del Príncipe de Maquiavelo, el "carpe diem, quam minimum credula postero" de Horacio y "después de mi, el diluvio" del bienamado Luis XV, parecen sintetizar el momento actual de la Argentina. (Imagen: billete de pesos ley de curso legal entre 1983 y 1985)

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