La inestabilidad política, el restringido acceso al financiamiento, la corrupción y la inflación son los factores más problemáticos para hacer negocios en la Argentina, según el Reporte de Competitividad Global difundido ayer por el Foro Económico Mundial (WEF, sus siglas en inglés) y contribuyeron a que el país ocupe el puesto número 85 sobre 133 en el ránking de competitividad que la entidad elabora año tras año.
La Argentina ascendió tres puestos en la comparación interanual, desde el lugar 88, pero subió menos que otros países de la región, que escalaron más en el ránking de competitividad. Chile es el líder regional (30º) y Brasil escaló hasta el puesto 56. La Venezuela de Chávez está entre los peores y cayó hasta el puesto 113.
El WEF encontró en el desempeño de la Argentina “un resultado desalentador, dada la gran cantidad de fortalezas competitivas del país y el importante crecimiento del PBI observado entre la gran crisis económica del 2001 y el 2008”.
Entre las fortalezas, resalta la fuerza laboral “medianamente educada” y el “gran mercado” interno, que ocupó el puesto 23 entre todas las economías.
En cuanto al clima de negocios, el WEF, el trabajo fue muy crítico: “Existen serias fallas que siguen afectando el panorama de competitividad del país, las cuales representan incesantes vulnerabilidades en la difícil situación económica actual y potencial”.
El capítulo más negativo es el referido a la confianza en las instituciones. En la encuesta de calidad del entorno institucional, la Argentina ocupó el lugar 126. Eso “hace resaltar la profunda desconfianza de la comunidad empresarial y el pesimismo con respecto a la eficiencia y la transparencia del Gobierno, en relación con el estado de derecho y la imparcialidad en cuanto el trato con el sector privado”, sostuvo el WEF.
Asimismo, remarcó que “las dos últimas administraciones” adoptaron “políticas discrecionales” con las que “han erosionado la confianza de los inversores locales y extranjeros, lo que ha dado origen a la creación de un mayor incentivo para la salida de capitales”. Mencionó el intento de subir retenciones y la estatización de los aportes jubilatorios como ejemplo.
La Argentina también ocupó puestos bajos en cuanto a flexibilidad laboral (121), barreras comerciales (130), aliento a inversiones extranjeras (128) y presión impositiva (127), entre otros.
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