viernes, 22 de enero de 2010
China y Brasil ayudan a los K a gambetear al FMI
Cristina Kirchner no tendría que haber desariado a Hu Jintao suspendiendo su visita a Beijing. No era la forma de agradecer al presidente chino el servicio que junto a Lula le prestó a la Argentina para que no le saquen el asiento en el G-20. China y Brasil intercedieron ante el grupo de los países más poderosos del planeta para que no sea el FMI el que revise las cuentas de la administración K y le marque la agenda.
Un alivio para NK, que no quiere saber nada con el organismo de Washington, al punto que por algunas imposiciones nacidas en Olivos se demoró cuatro meses el aún incierto regreso a los mercados internacionales. Ahora se habría aceptado que el FMI analice primero las cifras de cada país por separado y que formule objeciones si detecta inconsistencias, pero dejando a los gobiernos la facultad de modificarlas o no. Por esta razón, en Economía no temen ninguna referencia a la controversia en torno de las cuestionadas cifras del Indec, que el Fondo menciona cada año desde 2007.
Sin embargo, surgió un problema en el marco de la disputa entre el Ejecutivo y el Banco Centra. El banco que preside Martín Redrado preparó un informe que debía ser presentado en una semana al Grupo de los 20, como estaba previsto originalmente (antes de fin de enero), que servirá para la evaluación mutua de los países miembros del G-20, previa escala técnica en el FMI. En el paper el BCRA presenta datos muy negativos, aunque en línea con los que efectúa el sector privado: estimó que el PBI cayó 3,9%, la inversión bajó 15,1% y 5,1% el consumo privado.
También se menciona una tasa de desocupación de 11,6%, bastante superior al 8,4% registrado por el Indec y elogiado pocos días atrás por CFK.
Las cifras contrastan además con las del presupuesto 2010, que contienen un registro de 2009 de crecimiento del PBI de 0,5%, de 0,9% en el consumo y una caída de 8,9% en la inversión. Estos son los números que presentará Economía: solo las proyecciones del Presupuesto, que no coinciden con lo que ocurre en la realidad. Por ejemplo, el crecimiento del gasto público allí es de 12% y en la realidad está en 37% anual.
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