miércoles, 8 de julio de 2009

Un lampedusiano cambio de Gabinete: no cambia nada (por ahora)


A poco más de una semana la presidente Cristina Fernández de Kirchner anunció un cambio de gabinete, que quizás sea transitorio, porque en el fondo nada cambió. Aníbal Fernández sigue como jefe de gabinete en reemplazo de Sergio Massa que vuelve a la intendencia de Tigre, donde su esposa obtuvo 53% de los votos. Amado Boudou, el hombre de confianza del matrimonio presidencial, al que se le confiaron los fondos de la ANSeS, va como ministro de Economía en lugar del fiscalista Carlos Fernández. A la ANSeS va Diego Bossio, un economista de 32 años de confianza de CFK, quien lo había puesto en el directorio del Banco Hipotecario para lanzar los créditos para la vivienda. La confianza se cimenta posiblemente en su mujer, Valeria Loira, hoy segunda de la SIGEN y antes secretaria de Cristina en el Senado cuando presidía la Comisión de Asuntos Institucionales. Siguen Guillermo Moreno como Secretario de Comercio y Julio de Vido en Planificación.
¿Qué cambió? Nada. Con Boudou en Economía sigue siendo Néstor Kirchner el ministro. Cuando Boudou fue designado en la ANSeS, en Olivos, NK le advirtió en privado: "Ojo pibe; estás sentado arriba de cien mil palos, y ese puesto me gusta para mi". A Con Moreno en Comercio, NK sigue controlando la vida de las empresas y los precios. Aníbal será el vocero todo terreno del “modelo”, un rol en el que Massa no supo reemplazar a Alberto Fernández. ¿Pueden ser tomados como definitivos estos cambios que nada cambian? Probablemente no. Está claro que el Gobierno perdió gran parte de su peso específico en las últimas elecciones y más temprano que tarde deberá sentarse a escuchar, consensuar y negociar con los ganadores. Ocurre que los ganadores todavía no tienen un contorno definido. Recién cuando comiencen a perfilarse, las demandas de cambios en asuntos clave como el INDEC, superpoderes, emergencia económica o Consejo de la Magistratura irán acompañados de otros nombres. Porque la lectura de este cambio es que, por ahora, sigue todo igual.
Un claro ejemplo de gatopardismo, la paradoja de cambiar algo para que nada cambie expuesta en la novela Il Gattopardo por Giuseppe Tomasi di Lampedusa, cuyo tema principal es -sugestivo paralelo- el final de una época.
La cita original expresa la siguiente contradicción aparente:
"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".
"¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado".
"…una de esas batallas que se libran para que todo siga como está".
En las ciencias políticas se define como gatopardista o lampedusiano al político o gobernante que reforma una parte de las estructuras para conservar el todo sin que nada cambie realmente.

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