miércoles, 24 de noviembre de 2010

De “Retroceder nunca, rendirse jamás” a “Alguien tiene que ceder”

El disfraz es aceptable, pero todos saben quién está detrás de la máscara. Y detrás del acuerdo para que el FMI ayude a elaborar un índice de precios a nivel nacional se esconde la rendición incondicional del kirchnerismo a los largamente ignorados y despreciados reclamos de los países miembros del G-20 para abrir las puertas y demostrar que las estadísticas argentinas no están adulteradas.
Para conservar la silla en el Grupo, ganada gracias a la prolijidad económica de los denostados 90, el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner tuvo que ceder. Era el único país que ignoró el acuerdo de Pittsburgh que imponía a cada país la obligación de aportar sus estadísticas y planes, para comprobar si la estrategia de expansión fiscal estaba dando resultado.
Esa tarea fue delegada por el G-20 a Dominique Strauss-Khan (foto), lo que la convertía en inaceptable para el desaparecido Néstor Kirchner. El ministro Amado Boudou recibió instrucciones para enviar a Washington las cifras del Presupuesto 2010, que nada tenían que ver con la realidad.
La paciencia tiene límites y eso se comprobó en la reciente cumbre de Seúl, donde la Presidente habría recibido la última advertencia. Tras haber fracasado en los intentos de esquivar al FMI en un eventual arreglo con el Club de París, CFK recibió el aviso de que si quiere acordar, el FMI será protagonista. No podía ser de otra manera: los países miembros del Club ocupan asientos clave en el directorio del Fondo. Lo que no se explica es cómo los funcionarios argentinos soslayaron este dato.
La resistencia argentina a aceptar la misión técnica que releva estadísticas en todos los países miembros bajo el llamado artículo IV del estatuto del FMI, también estuvo dentro de la advertencia: sin revisión técnica habrá sanciones. La indisciplina y la transgresión no podían continuar siendo toleradas.
Así se llega a este grotesco del anuncio de que se pidió al FMI que venga a ayudar para confeccionar un índice de precios a nivel nacional. El grotesco se da por dos motivos: 1) los propios cuestionados funcionarios del INDEC deberían ser los que aporten los datos a los técnicos del Fondo, 2) el índice edulcorado de Guillermo Moreno no desaparecerá, 3) se desecharon las descalificaciones al índice oficial formuladas por las universidades, en un trabajo que pidió el mismo Gobierno.
Más allá de la mascarada que terminaron de montar en gestiones contrarreloj el canciller Héctor Timerman y de Boudou, la realidad es que el FMI llega a hacer su trabajo: mirar las cuentas argentinas.
Y lo más importante ahora es imaginar la situación cuando se conozcan los resultados de la revisión. Porque, antes o después, todo se sabe. Y no hay forma de que uno de los dos no quede descolocado. (Alejandro Colle)

1 comentario:

  1. ESTA GENTE HA LLEGADO AL LÍMITE DE LAS MENTIRAS. QUE DICEN LOS INTELECTUALES DE CARTA ABIERTA??

    ResponderEliminar

Búsqueda personalizada